Los objetivos principales de un tratamiento son:
- Proteger el jardín frente a los agentes causantes del daño, o mejorar sus
condiciones de resistencia o producción.
- Minimizar los riesgos que se pueden causar a las personas, al cultivo, a los
animales y al medio ambiente.
- Optimizar la rentabilidad del tratamiento
A la hora de realizar un tratamiento con un producto fitosanitario, debemos
asegurarnos de que esté plenamente justificado, debido a los riesgos que se corren para
el cultivo, el medio ambiente, el aplicador y el consumidor final. En el uso de estos
productos deberemos guardar siempre mucha precaución en cada una de las fases de un
tratamiento.
Las fases que configuran el proceso del tratamiento fitosanitario son:
- Detección de los daños en la planta.
- Identificar los agentes causantes de dichos daños.
- Determinar la fauna útil y su incidencia.
- Tomar la decisión de tratar o no tratar, teniendo en cuenta el umbral de
tratamiento considerado
- Elegir el producto más idóneo
- Elegir el método de aplicación más adecuado, según el tipo de planta, el
producto escogido y el agente nocivo.
- Elegir el momento idóneo, según condiciones climáticas y estado de la
planta y del agente nocivo.
- Y finalmente, realizar el tratamiento, con la preparación del caldo, la
mezcla y la aplicación.